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sábado, 1 de marzo de 2014

Un tributo a la Mujer Bajacaliforniana - 08 de Marzo del 2014.

Un tributo a la Mujer Bajacaliforniana.

El nombre de Enriqueta Basilio, primera mujer que encendió el pebetero en unos Juegos Olímpicos está inmortalizado en el Museo de Lausana, Suiza.

LAUSANA, Suiza.- Los escalones son numerosos. Uno por cada edición de los Juegos Olímpicos tanto invernales como veraniegos.
Pero, al llegar a 1968, es tiempo de detenerse. Es algo especial. Aunque el clima es aún frío en Lausana, se siente el calor de casa.
Un nudo en la garganta se deja sentir. Salen las lágrimas que parecen congelarse cuando el viento, helado, toca el rostro.

Abajo se ve la leyenda. México, 1968. Enriqueta Basilio Sotelo. 
Son pocas palabras las que se encuentran registradas en el escalón de granito, finamente tallado y que es uno de los peldaños del camino que conduce al Museo Olímpico de Lausana, Suiza, una de las dos casas del COI en esta ciudad, pues la otra es la sede operativa, ubicada a unos cuantos kilómetros, cerca de las ruinas del antiguo mercado romano.
El nombre de Enriqueta Basilio Sotelo, originaria de Mexicali y quien se convirtió en la primera mujer en encender un pebetero olímpico revive la memoria y al mismo tiempo está grabado para la posteridad.
Ella ya es inmortal por el hecho de ser olímpica, pero también es la primera mujer que tuvo que vivir lejos de la frontera norte, para concentrarse en la Ciudad de México y ser parte de aquella generación de jóvenes que representaron al país anfitrión.
En esos tiempos de efervescencia e inquietud de aquellos que marcaron los años 60' y parte de los 70'. De la primavera de Praga. Del Flower Power. Las letras de Dylan. De Lyndon Johnson. De Richard Nixon. De los ya desaparecidos "Soviets". De Vietnam. 
"No había tiempo de pensar en lo que sucedía afuera. Los atletas estábamos concentrados día y noche en nuestra preparación física y técnica", recordó Basilio en una ocasión al ser entrevistada en su natal Mexicali, cuando revivió los 40 años de los Juegos Olímpicos del 68.
Fue un octubre de 2008. La antorcha salió de Ensenada y siguió su camino por Rosarito, Tijuana, recorrió La Rumorosa, llegó a Mexicali y después cruzó el Río Colorado para llegar a San Luis, en Sonora, y dar lugar al siguiente relevo.
"Queta" recogió todo México para revivir ese momento. Los primeros Juegos Olímpicos celebrados en un país latinoamericano, mucho antes que los ya próximos de Río de Janeiro 2016.

Pasos a la Inmortalidad
Los pasos la inmortalidad se reviven una y otra vez en el remodelado Museo Olímpico de Suiza, que reabrió sus puertas tras casi un año de trabajos que han valido la pena.
En una de las salas se encuentra la antorcha de los Juegos de México 1968. Y en el centro de esa sección aparecen los momentos mágicos en los que la bajacaliforniana, "Gacela del Desierto", enciende el pebetero. Son sólo unos cuantos segundos capturados y proyectados en la estructura. La nostalgia y el sentimiento afloran.
El Museo recoge infinidad de objetos que van desde zapatillas para todo tipo de competencias hasta las más antiguas máscaras empleadas para la práctica de la esgrima, botes de remo y también los deslizadores de hielo para Juegos Invernales.
Inmensos pósters que recapitulan la producción del documental sobre los Juegos de México, así como una réplica de los menús servidos en la Villa Olímpica.
Al mismo tiempo se aprecian las diferentes credenciales y tipos de acreditaciones repartidas a lo largo de la historia, entre ellas, la de Juan Antonio Samaranch. 

De Cubertin a Bach
De igual forma, se encuentra la lista de dirigentes que han sido la cabeza del COI tanto en tiempos difíciles como en los de paz y bonanza globales. 
Desde el Barón Pierre de Coubertin, pasando por Avery Brundage, el único presidente originario del continente americano, además del propio Samaranch, Jacques Rogge y desde luego el alemán Thomas Bach, recientemente electo.
También se encuentran los ejemplares de la Carta Olímpica en una vitrina, junto con apuntes, banderas, lienzos y el antiguo escritorio del Barón.
Pero no todo es deporte. También está la galería artística en la que los autores convierten el movimiento olímpico en algo magnánimo. No se trata sólo de perder o de ganar, sino de Celebrar a la Humanidad y como parte de ella está el Género Femenino.
Ese momento histórico es una inspiración y marca un legado para la mujer deportista, la mujer artista, la profesional, la ama de casa, la que cumple muchos roles.
Detrás de los pequeños y jóvenes atletas que se preparan desde una competencia local hasta una internacional están las madres de familia que les dan aliento.
Casi cinco décadas después del encendido del pebetero en 1968, surgen nuevas generaciones de niñas y jovencitas que poco a poco van abriéndose camino en diferentes áreas. Hoy se puede decir que las ramas femeniles han engrandecido al deporte y a la cultura mexicanas.
Hoy se cumple el adagio que dice: "Un gigante es capaz de inspirar a otros a convertirse en gigantes y hacer que el mundo avance".

Felicidades a todas las mujeres siempre!
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